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Y si se rompen las coaliciones

Foto del escritor: prensatiroalblancoprensatiroalblanco

Por Gastón Boco


A esta altura, a pocos meses de las elecciones presidenciales, parece ya redundante hablar de lo evidente, no obstante hay que hacerlo: asistimos al proceso final de dos liderazgos que supieron hegemonizar la escena política en los últimos 12 años: Macri y Cristina sostuvieron la lógica de la grieta el mayor tiempo posible ya que eso les permitía sostenerse en el centro de la escena. Las consecuencias para el país de esa decisión política espejada fueron, como podemos ver, nefastas.


El juego de mutuos bloqueos llevó a la Argentina a una parálisis institucional y a un estancamiento político cuyos resultados están a la vista. La sociedad, fragmentada, partida, incentivada a un odio visceral por los extremos de unos polos que ven al que piensa distinto como un lastre a eliminar, se sume en una nueva crisis de representación que amenaza con hacer estallar la democracia en mil pedazos apostando por soluciones mesiánicas y autoritarias.


El plantel de oferta dirigencial no está a la altura de los desafíos. El achicamiento político del sector liderado por Cristina que pasó de tener 54% de apoyo en 2011 a arañar con suerte un 25% hoy, muestra la decadencia y el agotamiento de una forma de conducción. No hay liderazgo en el peronismo y los retazos de poder de Cristina son más por default que por una permanencia. Del lado del macrismo, la fractura expuesta está a la vista. Igual que en el peronismo ya nadie respeta la palabra del antiguo jefe que otrora sabía ordenar el espacio. Ahora cada cual es su propio jefe.


Horacio, Patricia, Gerardo Morales, etc. buscan su destino sin importar demasiado el favor o no de Macri. Quizá el plantel opositor cuente con la ventaja de que ha tenido la emergencia de nuevos liderazgos, cosa que aún no pudo hacer el peronismo, un poco por sus propias incapacidades y otro poco por la capacidad de daño que el cristinismo aún conserva sobre cualquier liderazgo al alternativo al de la ex jefa. Por donde pasa el caballo de Cristina, como el de Atila, no crece el pasto. El peronismo entonces sumido en la impotencia quizá se prepare a tener una de sus peores derrotas electorales, lo que quizá de paso definitivo a la necesaria sustitución hegemónica de su liderazgo.


Lo cierto que esta crisis política, económica y de representación nos puede llevar a un escenario electoral similar al de 2003. Es decir de un voto atomizado donde con algo más de 20% se ingresa a ballotage. Por qué razón Horacio o Patricia van a entrar a una negociación de listas si yendo a una elección y sacando 20% (un número al que cualquier de los dos puede aspirar con seguridad) llenan el Congreso con gente propia sin necesidad de discusiones internas ni acuerdos. Incluso los radicales pueden hacer el mismo análisis. El sector liderado por la Vicepresidenta tampoco tiene necesidad de una discusión de espacios legislativos con otros sectores del peronismo. Puede reeditar Unidad Ciudadana y llenar el Congreso con un bloque propio sin negociar nada con nadie. Y el peronismo no cristinista, mayoritario en términos de estructura territorial nacional aunque no así en votos, puede aspirar a lo mismo si pone a funcionar al aparato y quema todas sus naves detrás de un candidato.


La soluciones que la Argentina necesita sólo pueden llevarse a cabo a partir de un profundo diálogo entre todos los actores políticos, económicos y sociales y hoy estamos ante un escenario donde no hay a veces diálogo ni siquiera dentro de las coaliciones electorales. La imposición de las ideas por la fuerza parece ser la elección de la dirigencia. Resulta entonces lógico que los valores de la democracia estén en riesgo.



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