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La centralidad desde el fracaso

  • Foto del escritor: prensatiroalblanco
    prensatiroalblanco
  • 24 may 2023
  • 3 Min. de lectura

Por Maximiliano Borches para TAB Prensa


La reconfirmación definitiva por parte de Cristina Fernández de Kirchner de que no será candidata en las presidenciales 2023, no solo consagró la victoria política del denominado “Partido Judicial”, también ayudó a esquivar con elegancia, a través de la puesta en escena del resto de épica que le queda a CFK, el destino maldito de no acceder al tercer mandato presidencial. Tributo que solo un conductor político pudo lograr en lo que va de nuestra historia nacional: Juan Domingo Perón.


Sin embargo, y como en otro giro de un laberinto borgeano que bien podría ser utilizado como metáfora de la Argentina; a pesar de su fracaso político, Cristina continúa ocupando la centralidad tanto en el plano de la política nacional, como indudablemente en el peronismo. Espacio político que lejos de ser una “realidad efectiva”, solo existe hoy en el imaginario popular, y ve reflejada su fabulosa historia “que se rompió en un abrazo / que le diera la verdad”, como dice el tango “Las Cuarenta”, escrito por Francisco Gorrindo en 1937.


La gestión que comparten Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, será recordada como el gobierno peronista que más pobres y pobreza dejó, de todos los gobiernos peronistas. No se puede soslayar que se perdió una oportunidad histórica de potenciar estratégicamente un proyecto nacional, popular, democrático y de desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, que hubiese sido vital para resinificar una especia de “tercera posición” en nuestra región (“ni yanquis, ni chinos”, esta vez), si no hubiese primado la debilidad y la cobardía del presidente Alberto Fernández, como el ataque despiadado y para nada constructivo de Cristina

Fernández de Kirchner y sus seguidores, que desde hace dos años hablan como si no fueran parte de esta gestión, la misma que nunca abandonaron. Desde luego que no se puede obviar a la síntesis de la actual megacrisis, el paso embrutecedor desde 2015 a 2019 de la alianza macrista/radical de “Juntos por el Cambio”, que impuso el dependiente reingreso de la Argentina al FMI, luego de que Néstor Kirchner liberara a las distintas generaciones de argentinos de cargar con una deuda que solo trae hambre, destrucción de la industria nacional y control político/económico por parte de ese organismo multilateral de crédito sobre las distintas políticas de soberanía, sumado al oscuro período de la pandemia de covid-19 y el escenario de incertidumbre global, potenciado por la guerra en Europa y los ensayos de guerra en el Mar de la China, la península coreana y el Océano Pacífico.


Desde fines del año 2010, Cristina Fernández de Kirchner intentó poner en práctica el proyecto soñado por el alfonsinismo de crear un “tercer movimiento histórico”, en esta oportunidad a través del espacio denominado “kirchnerismo” (“Nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio como peronistas”, decía Néstor Kirchner), junto a un puñado de radicales nostálgicos de alguna construcción simbólica popular nunca demostrada empíricamente, como así también resabios de (neo)socialistas y progresistas de múltiples sensibilidades. Pero nada de esto alcanzó, y hoy a 20 años de rescatado el peronismo a través de la asunción de Néstor Kirchner como presidente, el candidato con mayores chances electorales en el Frente de Todos –que

goza del apoyo de Cristina y los seguidores de su mesa chica-, es el todoterreno e impredecible Sergio Tomás Massa.


En el futuro se analizará al denominado “kirchnerismo”, como un espacio de personas desbordantes de buenas intenciones pero poca efectividad, que dieron sus pasos a través del barro de la historia, amparados por el eco fabuloso de la oratoria, el carisma y la seducción de Cristina Fernández de Kirchner. Por lo demás, todo se presenta como un invierno de gran magnitud.




 
 
 

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