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El Verso

  • Foto del escritor: prensatiroalblanco
    prensatiroalblanco
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

El pasado 26 de julio se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento del gran poeta nacional, #LeopoldoMarechal. El Verso pública tres inmensos textos del Poeta Depuesto.


Descubrimeinto de la Patria

Dije yo en la ciudad de la Yegua Tordilla:

“La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.

Los apisonadores de adoquines

me clavaron sus ojos de ultramar;

y luego devoraron su pan y su cebolla

y en seguida volvieron al ritmo del pisón.

¿Con que derecho definía yo la Patria,

bajo un cielo en pañales

y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda?

Los apisonadores de adoquines

escupieron la palma de sus manos:

en sus ojos de allende se borraba una costa

y en sus pies forasteros ya moría una danza.

“Ellos vienen del mar y no escuchan”, me dije.

“Llegan como el otoño: repletos de semilla,

vestidos de hoja muerta.”

Yo venía del sur en caballos e idilios:

“La Patria es un dolor que aún no sabe su nombre”.

La Patria era una niña de voz y pies desnudos.

Yo la vi talonear los caballos frisones

en tiempo de labranza;

o dirigir los carros graciosos del estío,

con las piernas al sol y el idioma en el aire.

(Los hombres de mi estirpe no la vieron:

sus ojos de aritmética buscaban

el tamaño y el peso de la fruta.)

Yo vi la Patria en el amanecer

que abrían los reseros con la llave

mugiente de las tropas.

La vi en el mediodía tostado como un pan,

entre los domadores que soltaban y ataban

el nudo de la furia en sus potrillos.

La vi junto a los pozos del agua o del amor,

¡niña, y trazando el orbe de sus juegos!

Y la vi en el regazo de las noches australes,

dormida y con los pechos no brotados aún.

La Patria no ha de ser para nosotros

una madre de pechos reventones;

ni tampoco una hermana paralela en el tiempo

de la flor y la fruta;

ni siquiera una novia que nos pide la sangre

de un clavel o una herida.

Yo la vi talonear los caballos australes,

niña y pintando el orbe de sus juegos.

La Patria no ha de ser para nosotros

nada más que una hija y un miedo inevitable,

y un dolor que se lleva en el costado

sin palabra ni grito.

Por eso, nunca más hablaré de la

Patria.

Heptamerón, 1966.

Credo a la vida

Creo en la vida todopoderosa,

en la vida que es luz, fuerza y calor;

porque sabe del yunque y de la rosa

creo en la vida todopoderosa

y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño

del numen de un espíritu genial;

brusca la senda, el porvenir risueño,

nació tal vez cual el vehemente sueño

de un apóstol que busca un ideal.

Padeció, la titán, bajo los yugos

de una falsa y mezquina religión;

veinte siglos se hicieron sus verdugos

y aun padece, titán, bajo sus yugos

esperando la luz de la razón.

Fue en la humana estultez crucificada;

murió en el templo y resurgió en la luz...

¡Y, desde alli, vendra como una espada,

contra esa Fe que germino en la nada,

contra ese dios que enmascaro la cruz!

Creo en la carne que pecando sube,

creo en la Vida que es el Mal y el Bien;

la gota de agua del pantano es nube.

Creo en la carne que pecando sube

y en el Amor que es Dios.

¡Por siempre amén!

Los Aguiluchos, 1922


Solo de silencio

¡Rama frutal llena de pájaros

enmudecidos, estanque negro,

raíz en curva de león

es tu silencio!

Arranca de tus ojos en dos ríos unánimes;

se escurre como el agua pluvial, de tus cabellos;

cuelga de tus pestañas en invisibles gotas

y es un chal en tus hombros morenos…

¡Yo he visto cómo nace

de ti misma el silencio;

yo sé cómo se anudan sus culebras azules

en el gajo temblante de mi cuerpo!

Entra como la noche a los palacios,

invasor y terrible; me acarician sus dedos;

abre el estuche de mis lágrimas;

tiene un frescor de musgo: es el hondero

que se esconde en mi selva de retorcidos árboles

para cazar alondras de recuerdo.

Y entonces, todo yo soy una copa

de tu silencio…

Violines afinados de locura,

tambores secos,

lenguas en una plenitud de ritmos

callan en tu silencio!

Vas a romper en una música

sin frenos;

vas a decir palabras temblorosas

como nidos colgantes en la mano del viento;

a desnudar tu daga de caricias

ya soltarme las fieles panteras de tus besos…

Pero callas en hondos reflujos

¡y otra vez el silencio, el gran silencio!

¡Ah, no me digas nada

que rompa e sortilegio

de tu mutismo: ni la f rase antigua

ni las canciones que ha mordido el tiempo!

Ser buzo y descender hasta la gruta

de tu silencio,

donde se tuercen los corales rojos

de las mordientes ansias y el deseo

es una forma negra, tentacular, sin ruido,

con cien ojos de acecho…

¡Ah, no me digas nada, ni la palabra antigua

ni las canciones que ha mordido el tiempo!

¡Silencio en las albercas de tus ojos,

en tus caricias largas, en tus besos!

Que se duerma en tus labios

una gran mariposa de silencio…

Obra Poética Completa, 1998

 
 
 

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