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Héroes

  • Foto del escritor: prensatiroalblanco
    prensatiroalblanco
  • 2 abr
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 20 abr



Por Gustavo Matías Terzaga*


Hoy, mientras atravesamos una de las peores crisis -económica, política e institucional- de nuestra historia, ni el auto-desprecio ni la autocompasión nos van a sacar adelante como Nación. Lo que sí puede hacerlo es la memoria lúcida y profunda de Malvinas, esa gesta que no fue una locura ni un error, sino el último gran acto de soberanía de la Argentina moderna.


Pero nos enseñaron a mirar la guerra desde el desprecio o la lástima, y a reducir a nuestros combatientes a simples víctimas. A juzgar la causa por quién la ejecutó, y no por su verdad histórica.


El análisis histórico predominante en los sectores del progresismo comete un error fundamental: juzga la legitimidad de una causa nacional según quién la condujo, y no según su naturaleza histórica. Esa lógica lleva a afirmar que, como la guerra fue emprendida por una dictadura, entonces fue ilegítima.


Pero la historia no funciona así. Las causas que representan una verdad nacional, como lo fue la recuperación de Malvinas, pueden trascender a los sujetos circunstanciales que las ejecutan.


Esa incomprensión da origen a un prejuicio antimilitarista funcional al desarme moral y estratégico del país, que nos enseña que la defensa de la Patria sólo puede ser reaccionaria o fascista.


Sin embargo, la guerra de 1982 fue, en su naturaleza política y material, la negación del paradigma económico y cultural impuesto por la dictadura: fue un gesto de recuperación, no de sumisión.


La dictadura, que hasta entonces había reprimido, privatizado, endeudado y extranjerizado el país, debió enfrentarse súbitamente a una empresa histórica que escapaba a su lógica: la recuperación de un territorio usurpado por el imperialismo británico.



Malvinas no fue una “aventura absurda”: fue un acto de resistencia al Imperialismo Occidental, y fue el pueblo y los trabajadores organizados en la calle -repudiando a la dictadura el 30 de marzo con la consigna PAN, PAZ Y TRABAJO, y apoyando la causa el 2 de abril- quien lo comprendió, en un momento de profunda autoconciencia popular.


Nuestros soldados no pelearon por Galtieri: pelearon por la Patria. Y lo hicieron con valor, con entrega y con una dignidad que aún hoy no hemos sabido reconocer plenamente.


Por años, el silencio institucional y la condescendencia hipócrita de la política golpearon más fuerte que las balas, y muchos no soportaron el abandono.

Pero aún estamos a tiempo. Malvinas no fue una página aislada, fue una gesta latinoamericana.


Una Nación que olvida a sus héroes, se olvida a sí misma.

¡¡¡HONOR Y GLORIA A NUESTROS HÉROES DE MALVINAS!!!


*Abogado, Presidente de la Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico Arturo Jauretche de la ciudad de Río Cuarto

 
 
 

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