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¿PUEDE?

Foto del escritor: prensatiroalblancoprensatiroalblanco

Por Gastón Boco

La vergonzosa saga de la fallida interna del Partido Justicialista dejó algunas cuestiones dignas de analizar en vistas a lo que se viene en materia política. Entre ellas contamos el desastre administrativo del Partido Justicialista, que ni siquiera tiene actualizados sus padrones y que lo vuelve incapaz de realizar una elección que es reclamada desde hace años por amplios sectores de su militancia. Era un secreto a voces que no se podía realizar la elección, que no había ni fondos, ni logística, pero además había poca voluntad real de llevarla a cabo en los dos sectores en pugna.


El cristinismo deseaba la imposición de Cristina por aclamación, eso no sucedió. En el sector liderado por Quintela creían tener a posibilidad de acceso a la presidencia por la voluntad del gobernador y porque no habría muchos más interesados en ese cargo partidario, hasta que hace unos pocos días apareció Cristina. Ninguno de los dos estaba preparado para una elección, tampoco el partido. Pero quizá lo más evidente es la imposibilidad de Cristina Fernández de conducir al conjunto del peronismo. Quedó demostrado que hay un sector del justicialismo que no va a legitimar la presidencia del Cristina en el PJ.


La movida de tratar de obligar al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires a pronunciarse en la interna, generó un desgaste sobre las figuras tanto de Kicillof como de Cristina, pero sobre todo de Máximo Kirchner y La Cámpora, quienes quedaron en el ojo del huracán, ya que la militancia se volcó masivamente en defensa del Gobernador. Resulta evidente que el juego de Cristina es un paso táctico que se inscribe en la estrategia de CFK de volver a la casa Rosada en 2027 emulando lo que hizo en Brasil “Lula” Da Silva. Para eso necesita hacer una buena elección en 2025 y llenar las listas con legisladores leales. La presidencia del PJ le asegura la lapicera para armar las listas. En un escenario político fragmentado, cualquier dirigente que se asegure un 25% del electorado queda en carrera presidencial. Cristina ese número lo tiene, sobre todo en la provincia de Buenos Aires.


La incógnita, volviendo a la comparación con “Lula”, es quién podría ser, eventualmente el Gerardo Alckmin de Cristina. Es decir, aquel dirigente o conjunto de dirigentes que representen una opción menos ideologizada, digamos “de centro”, que le permita a Cristina ampliar su base electoral para construir una mayoría capaz de ganar la elección, pero aún más, capaz de gobernar y aplicar un programa de gobierno con políticas que logren sacar a la Argentina de la profunda decadencia que hoy vive.


Podemos repasar entre los dirigentes más destacados de los distintos espacios políticos hoy en carrera, para ver quién de ellos podría sumarse (lease quedar bajo la conducción de Cristina, porque la opción con ella es siempre sometimiento o expulsión, como sucede con Milei).


Veamos: Horacio Rodríguez Larreta, se encuentra hoy desdibujado, dubitativo, sin saber dónde pararse. Resulta difícil imaginarlo junto a CFK en 2027. El radicalismo conducido por Lousteau y Facundo Manes, quienes acaban de romper el bloque radical en el Congreso y se separaron de los radicales que apoyan a Milei. Sería factible un acercamiento, Lousteau fue Ministro de economía de Cristina, si no fuera que Lousteau fue el responsable de la crisis con el campo, situación que, creo, lo inhabilita. El peronismo federal, que en la interna apoyó a Quintela, es probable que algunos de ese espacio pasen a jugar el lado de CFK para seguir aprovechando la estructura del partido, cuántos votos aportan es una incógnita, pero a priori se supone que no muchos. De ese espacio es probable que una parte juegue en el armado de la apuesta nacional del cordobesismo ampliado liderado por Schiaretti. Es decir que ni siquiera la totalidad de ese espacio menor del PJ se uniría a CFK. El creciente bloque de Encuento Federal (EF) que lidera Miguel Pichetto, parece estar más capacitado para articular con los sectores hasta aquí detallados. Eso alejaría aún más la posibilidad de que se acerquen a CFK.

Como podemos ver, la situación no es fácil para Cristina. Pero yendo más allá de CFK, resulta evidente que el país necesita un gran consenso para poder encaminarse hacia un ciclo de desarrollo con inclusión que la saque de la decadencia social, económica, cultural y ética en la que se encuentra sumergida. Por sus características políticas y personales, Cristina no pareciera ser, a priori, la indicada para liderar esa tarea.


El escenario político nacional de alta fragmentación en proceso de un recambio de representación, tampoco parece ser el mejor para una Cristina liderando la oposición. Más bien todo lo contrario.


Por eso, en la política, conviene evitar las cuestiones emocionales hacia las personas, para poder analizar con frialdad las posibilidades reales de éxito de aquellos liderazgos que se deciden apoyar.

 
 
 

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