Creando un cuerpo en la crisis
Por Lorena Britos*

¿Como vemos nuestros cuerpos? ¿Los vemos con faltas o completos? ¿Es construido por esa mirada devoradora de otros cuerpos?
Nadie tiene el saber de ese cuerpo que goza, vive, baila o piensa. Creemos, en estos tiempos, en ese desvalimiento de lo que podemos hacer de un cuerpo, creemos que podemos avasallar cualquier cuerpo sólo con una palabra que devasta y reduce a esa imagen que devuelve el espejo. Imagen que no puede dejar de ser mirada por horror o por fascinación.
¿Qué dice un cuerpo cuando no hay posibilidad y oportunidad para que la propia palabra sea escuchada por los demás y por nosotros mismos?¿Hay posibilidades de fragmentaciones, de huidas, de crisis y de mucha angustia?
Angustia que hay que sentir con paciencia y no taparla con adornos que sólo duran esos minutos en que montamos esa escena para otros, escena que es mirada por ese Gran Otro que no puede determinar la posición que se adopta como sujeto? Se trata de perder el temor a ese Gran Otro que señala nuestros cuerpos.
En el transcurso de una terapia psicoanalítica, el sujeto pone en juego la simbolización de ese cuerpo, que se le presenta como pesado, que a veces siente que no le pertenece, que hay un cuerpo escindido de lo simbólico, un cuerpo que no es hablado o sí es hablado, es hablado por otros y no por el propio sujeto.
Se trata de anudar el cuerpo a la palabra, y con ese cuerpo hay que hacer algo, y ese algo necesita transitar. Se trata de esa elaboración que hace que el sujeto entre en crisis.
En cada sesión se trata de hacer resonar algo del deseo de ese cuerpo que sufre, de hacer que resuene algo diferente al sentido común, es poder articular y significar. Se trata de habilitar la palabra.
Hay un momento en que el cuerpo nos arrastra, decide por nosotros y en ciertos niveles de elaboración psíquica, el cuerpo encuentra una determinación respecto de la elaboración realizada. Ese pasaje al cuerpo puede ser por una vía simbólica, como por ejemplo, los síntomas corporales, los resfriados, el cansancio, los herpes, granos, eruptivas.
Si hay un cuerpo que calla es posible que se manifieste una enfermedad, algo de lo no dicho sólo tiene lugar en lo real del cuerpo. Silencio que a veces puede ser necesario, no hace falta llenar vacíos y silencios con palabras, transitar ese silencio cuando el cuerpo dice hasta acá. Esto es lo que deberíamos poner en juego, poner en juego la falta. Porque un cuerpo que hace silencio es un cuerpo que también expresa.
El psicoanálisis nunca va a dar la respuesta sobre qué se debe hacer. Sólo nos mostrará la necesidad de que el malestar psíquico de los cuerpos no sea en vano.
Esto es necesario para que el sufrimiento que el cuerpo manifiesta se pueda decir y vivir de otra manera. Aquello de lo que el sujeto no puede decir, en algún momento de su propio tiempo lo puede gritar por todos los poros de su ser. Hay un retorno de eso que silencio, de aquello que no pude entrelazarse con la palabra.
En el proceso de análisis, el psicoanalista apuntala subjetividades arrasadas, le dona representaciones simbólicas, a un sujeto tomado por el dolor y el sufrimiento psíquico y o físico. Con estas representaciones le dará un sentido a su existencia habilitando el deseo del paciente.

Tapar lo que sucede en el cuerpo con el exterior no sirve, no soluciona, es un imposible que complejiza aún más algunos síntomas, tales como la falta de aire, taquicardia, mareos, dolores agudos de estómago, temblores y el famoso ataque de pánico, que no representan ni más ni menos que a la angustia, concepto central en toda estructura psíquica neurótica.
Esta angustia puede representar esa señal mediante la cual el sujeto se anoticia de que hay algo que se destapó, se anoticia de que no hay completud en los cuerpos y eso está bien, es un proceso que tiene que atravesar para seguir interrogándose sobre lo que le pasa.
¿Existe un cuerpo o muchos cuerpos hablados por otros, es decir, acerca de lo que pueden o no pueden hacer esos cuerpos con faltas reales o simbólicas?
Los cuerpos son marcados por huellas y faltas que van constituyendo la subjetividad de hombres y mujeres.
*Lic. Lorena Britos MN 5713
Universidad de Buenos Aires
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