top of page

Muerte de una bebé en situación de calle frente a Casa Rosada: ¿cuál es el límite de la pasividad?

Foto del escritor: prensatiroalblancoprensatiroalblanco

Por Maximiliano Borches


En estos tiempos tan extraños, donde el fascismo se reedita y la banalidad lo cubre casi todo, social (como mediáticamente), parecería ser que sensibiliza más lo que le sucede a algún animal, que lo que pasa con las personas. Lo concreto, es que la muerte de una beba de tres meses en situación de calle que se encontraba junto a sus jóvenes padres frente a la Casa de Rosada, es la horrorosa materialización de los fríos números divulgados por INDEC el pasado jueves, que dieron cuenta del nuevo crecimiento de la pobreza en todo el país.


Los responsables políticos de esta tragedia son los estados nacional y porteño. Lo que hace que todo esto se más doloroso (o por lo menos, me duela más) es que la acumulación de la pobreza y la muerte de una beba de tres meses en situación de calle, sucede con un gobierno cuyos Presidente y Vicepresidenta son peronistas.


No se puede naturalizar este hecho. No se debe naturalizar. El horror por esta muerte social –y en este caso infantil, además- debe convocar de inmediato a tonar acciones políticas. La agenda de la mayoría de los argentinos la encabezan el hambre y la inflación, y para tomar medidas contra el hambre y la inflación, hay que tocar intereses poderosos. Pero para hacer eso hay que tener coraje, además de decisión política. Lamentablemente, en los sectores que se autoperciben con mayor llegada popular dentro del peronismo, parecen tener mayor prioridad los intentos de la camarilla judicial de proscripciones denunciadas –por ahora al menos- en tono propagandístico, que la miseria real de la gente común, del de a pie.


El espanto es otra consecuencia de la miseria planificada. Desde el 2018 que la Argentina volvió a estar condicionada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y nada menos que con una deuda de 45 mil millones de dólares. El préstamo más grande otorgado (hasta ahora) por ese organismo multilateral de crédito, a un país caracterizado como en “vías de desarrollo”, que además, se había “independizado” de ese yugo en enero de 2006, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner decidió pagar toda la deuda.


Lo cierto, es que una beba de tres meses murió en la madrugada del viernes 31 de marzo, frente a Casa Rosada, estando en situación de calle, junto a sus jóvenes padres. El solo hecho de leer estas últimas palabras debería indignar a toda la sociedad y a la dirigencia política responsable de esa muerte: los gobiernos nacional y porteño. Pero parece que la indignación pasa por profundizar internismos en un caso, y en el otro definir la mejor estrategia para que un tercer intendente porteño acceda al Sillón de Rivadavia.


A esto, el Papa Francisco lo llama “la globalización de la indiferencia”.








 
 
 

Comments


bottom of page