
En la noche del 29 de julio de 1966, la dictadura de Onganía reprimió brutalmente en la Facultad de Ciencias Exactas y de Filosofía y Letras de la UBA, además de intervenir las facultades de Arquitectura, Medicina e Ingeniería, ante la resistencia pacífica de estudiantes, docentes y decanos que defendían la autonomía universitaria. Su objetivo, la emergencia de normalizar las universidades.
Profesores y alumnos que ocupaban los edificios de las facultades de la Universidad de Buenos Aires en defensa de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra fueron salvajemente golpeados por miembros de la Guardia de Infantería de la Policía Federal, enviados por Onganía, quien decretó la intervención a las universidades nacionales y la “depuración” académica, es decir, la expulsión de las casas de altos estudios a los profesores opositores, sin importar su nivel académico.
La dictadura de Juan Carlos Onganía decretó la disolución de los Consejos Superiores y Directivos de las facultades y decidió que a partir de ese momento la Universidad estaría controlada por los Decanos y el Rector, que funcionarían a las órdenes del Ministerio de Educación, bajo la ley 16.912.

Además, “los centros o agrupaciones estudiantiles deberán abstenerse de realizar actos políticos. La violación de esta prohibición autoriza al Ministerio de Educación a disolver el centro responsable”.
A los Decanos y al Rector se les dio 48 horas de plazo para aceptar esto, pero respondieron emitiendo una declaración en la cual se negaban a aceptar la supresión de la autonomía universitaria.
A partir de estos hechos se produjo la renuncia en masa de más de mil quinientos docentes de la Universidad y la mayor emigración de científicos del país, una sangría inicial de trescientos en los días que siguieron a la intervención, que ya no se detendría en los años por venir.
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