El 3 de enero de 1833, las Islas Malvinas fueron ilegalmente ocupadas por fuerzas británicas que desalojaron a las autoridades y al millar de argentinos establecidos en aquel archipiélago que en la actualidad forma parte de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. A 40 años de recuperada para siempre la democracia, tener presente el reclamo soberano ante la usurpación británica, es también recordar el carácter bicontinental de la República Argentina. A continuación invitamos al lector a realizar un recorrido histórico sobre nuestro legítimo reclamo nacional.
La presencia argentina en las Islas Malvinas (más precisamente en Isla Soledad) se remonta a 1826, cuando arribó la primera goleta que había zarpado desde Buenos Aires, con una treintena de gauchos, indígenas y unos pocos europeos que se habían sumado a la partida. Desde entonces, se creó la primera colonia nacional en ese archipiélago austral argentino, que llegó a contar para 1833, con una población de más de mil argentinos.
Comienzo de la conspiración colonialista: intervención estadounidense en Malvinas
En agosto de 1831 el entonces gobernador de las islas, Luis Vernet, (por orden de Juan Manuel de Rosas) decidió apresar a tres goletas balleneras estadounidenses que pescaban ilegalmente en aguas jurisdiccionales de las islas. Luego de esta acción, Vernet instó a los tres capitanes para que en Buenos Aires se determine que sanción se les placaría. Una vez tomada esta decisión, Vernet se embarcó en uno de los balleneros con destino a Buenos Aires. En paralelo, el embajador estadounidense negó la acción ilegal de pesca en aguas nacionales de las Islas Malvinas, respaldando a los tres capitanes de los balleneros, y ordenando que la corbeta de guerra de ese país, «Lexington», al mando del capitán Silas Duncan, anclada en el puerto de Montevideo, zarpe en dirección a las Malvinas.
En diciembre de 1831, la nave de guerra estadounidense cañoneó las defensas de la Isla y apresó a varios de sus habitantes. Tras apoderarse de aquel territorio argentino, el capitán de la “Lexington” declaró de manera unilateral que las Islas Malvinas, “pertenecen al mundo”. La conspiración estadounidense-británica había comenzado. Aquella acción resultó decisiva para la primera invasión inglesa a Malvinas.
Cambio de mando argentino en Malvinas
Mientras ocurrieron estos hechos, Luis Vernet se encontraba en Buenos Aires y logra que designen al sargento mayor de Artillería, Mestivier, para que lo reemplace en su ausencia, y recomponga los desastres provocados por la fragata estadounidense “Lexington”. Mestivier partió inmediatamente en la goleta de guerra “Sarandí” al mando del Teniente Coronel de Marina, Pinedo.
Una vez arribado a Malvinas, el sargento mayor Mestivier, recompuso las precarias defensas y las construcciones existentes en las Islas, y se reunió con el gaucho Antonio Rivero, quien era ya un reconocido líder de los paisanos argentinos en Puerto Soledad. Luego de su entrevista, Mestivier, le entregó una bandera argentina, perteneciente a la goleta “Sarandí”, que Rivero guardó.
La primera invasión inglesa a Malvinas
El 3 de enero de 1833, las corbetas inglesas “Clío” y “Tyne” recalaron en las Islas, y luego de cañonear a su población durante horas, la oficialidad británica ordenó el desembarco de sus tropas, dando inicio a la colonización británica de las Malvinas. El capitán inglés le ordenó al teniente coronel de marina Pinedo que arríe la bandera argentina, y que parta de inmediato para Buenos Aires. Tras la invasión, fueron designados como máximas autoridades de las islas, el capitán de origen escocés Matthew Brisbane, quien se desempeñaba como administrador de Puerto Louis, primera colonia existente en las islas que más tarde se llamará Puerto Soledad, y denominada luego «Puerto Stanley», tras la invasión y posterior colonización británica de las islas.
Por primera vez en aquel año de 1833, se enarboló la bandera británica en las islas australes argentinas.
Mientras tanto, el entonces gobernador de Malvinas, Luis Vernet, había renunciado a su cargo en marzo de 1833, a fin de evitarse problemas con Gran Bretaña. Instalado en Buenos Aires, continuó desarrollando normalmente, con la autorización inglesa y a través de sus capataces, la administración de sus negocios particulares en la colonia de Puerto Louis, demostrando cabalmente las excelentes relaciones que mantenía con los usurpadores británicos.
La rebelión de los gauchos e indígenas en Malvinas del 26 de agosto
El 26 de agosto de 1833, seis meses después de que los ingleses ocuparan por primera vez las Islas Malvinas, el gaucho Antonio Rivero encabezó la rebelión de criollos e indígenas, motivados por la desesperante situación social y la afrenta colonialista, desconociendo la autoridad impuesta de los británicos. Un grupo de ocho hombres: tres gauchos y cinco indios, se sublevó y ajustició al capitán Brisbane, quien era en ese entonces el representante inglés de las islas; al capataz Simón: al despensero William Dickson y a dos hombres más de origen británico que oficiaban de guardias. Los héroes sublevados de aquellas jornadas bajo el mando del Gaucho Rivero fueron: Juan Brassido, José María Luna, Manuel González, Luciano Flores, Felipe Zalazar, Marcos Latorre y Manuel Godoy.
El imperio británico vuelve a usurpar las Malvinas
La rebelión del gaucho Rivero y sus criollos e indios, seis meses y 23 días, tras los cuales, a principios de enero de 1834, llegan a Puerto Soledad las goletas de guerra británicas “Challenger”, al mando del capitán Seymour y “Hopeful”, al mando del teniente Rea.
Tras un intenso cañoneo y nuevo desembarco de tropas, volvieron a arriar la bandera argentina y en un nuevo acto de colonialismo y usurpación de territorio soberano argentino, izaron la bandera británica, corporizándose de esta manera, la segunda invasión británica a Malvinas.
Una vez efectuada la toma de Puerto Soledad, los ocupantes ingleses organizaron una partida armada para apresar a los gauchos que al verse superados en número y en poder de fuego; y luego de haber resistido facón en mano la llegada de los extranjeros, habían huido a los cerros cercanos a Puerto Soledad.
La persecución duró alrededor de tres meses y terminó por agotar a los criollos. Uno de los gauchos, Luna, traicionó a sus compañeros delatando su posición, y otro gaucho llamado Brasido, desertó.
Los ingleses, reforzados por la llegada de los barcos de guerra “Beagle” y “Adventure”, pudieron finalmente apresar a los compañeros de Rivero. A los pocos días de haber sido apresados sus compañeros, el gaucho Antonio Rivero fue capturado y engrillado y los cinco hombres que habían sobrevivido fueron embarcados en la “Beagle” y llevados a Gran Bretaña, donde fueron encerrados en la prisión de Newgate durante siete años.
Si bien, las actas labradas fueron entregadas al Almirantazgo inglés, el tribunal británico una vez que analizó los hechos y no halló elementos de juicio suficientes para condenar a los prisioneros, ordenó embarcarlos con rumbo a Montevideo. De esta manera, el gaucho Rivero y sus compañeros fueron subidos, engrillados, a la goleta “Talbot” con rumbo a Sudamérica, y según afirmó el historiador José María Rosa, combatió nuevamente contra las tropas británicas (y francesas), en la “Batalla del Río Paraná” o “Batalla de Vuelta de Obligado”, cayendo en combate por defender una vez más, la soberanía nacional.
Operativo Cóndor: el día que la bandera argentina flameó en las Islas Malvinas
El 28 de septiembre de 1966, un comando integrado por 18 jóvenes obreros y estudiantes peronistas, tomó el control de un avión Douglas DC-4 de Aerolíneas Argentinas, que había partido desde Buenos Aires a las 00:34 con destino a Río Gallegos, y lo desvió a las Islas Malvinas. Durante 36 horas, siete banderas argentinas flamearon en el archipiélago ocupado por el Reino Unido.
Bajo el mando del militante peronista Dardo Cabo, un por entonces joven y obrero metalúrgico de 25 años, el comando peronista llevó a cabo el primer secuestro aéreo de la historia. El objetivo: plantar la bandera argentina en nuestras Islas Malvinas, ocupadas militarmente –al igual que ahora- por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Aquella acción política-armada, asestó además un duro golpe simbólico a la dictadura que encabezaba Juan Carlos Onganía. La edad promedio de los 18 integrantes del comando era de 22 años.
La Guerra de Malvinas en cifras
Pasados 149 años de este hecho, y por decisión del entonces gobierno de facto, encabezado por el genocida Leopoldo Fortunato Galtieri, Argentina intentó recuperar por la fuerza el archipiélago usurpado por los británicos.
El conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido/OTAN de 1982, duró 74 días y arrojó un total de 649 muertos argentinos (de ellos, 323 se encontraban embarcados en el buque ARA “Gral. Belgrano”, que navegaba fuera de la zona de exclusión de combate, lo que se convirtió en un crimen de guerra por parte de las tropas invasoras) y 1.687 heridos. Finalizado el combate, la cantidad de soldados argentinos que se suicidaron oscila entre 300 y 500, según las agrupaciones de veteranos de guerra. Una cifra que vergonzosamente al día de hoy se desconoce con exactitud.
Del lado británico, las bajas en combate ascendieron a 255 muertos y 775 heridos, a la vez que 264 exsoldados británicos se suicidaron tras el conflicto.
En cuanto al material bélico perdido en combate, Argentina tuvo 47 aeronaves destruidas y 6 buques hundidos, en tanto el Reino Unido perdió 34 aeronaves, 8 buques resultaron hundidos y 17 con averías de distinta consideración.
Lejos de concluidas las distintas maneras de dar pelea por la recuperación de este territorio austral, hoy bajo dominio colonial británico, la Argentina continúa con su incansable reclamo y el apoyo de la mayoría de los países del planeta para que, al fin, en Puerto Argentino vuelva a flamear la bandera nacional.
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